¿Alguna vez te preguntaste si la sanidad de alguien era la voluntad de Dios? ¿Si él quería o podía hacerlo?
En la Biblia encuentro que Dios no sólo puede sino que también quiere hacerlo. Eso significa que Su voluntad es que todos sean sanos (espíritu, alma y cuerpo), sin embargo por Su Soberanía él decide no hacerlo en ciertas ocaciones, cuando hay un plan mayor como resultado de esa crisis.
La fe genuina hace que los milagros sucedan: la fe del necesitado y la fe de quienes interceden para que el milagro ocurra. Hay un poder que se libera al confesar con nuestra boca lo que Dios dice y que creemos, una autoridad dada por Dios a sus hijos que nos da la legalidad de liberar sanidad sin temor ni dudas.
Entonces, cuando intercedas por sanidad, ya no digas: "Señor, si es tu voluntad..." como dudando en tu corazón. Mas bien ordena en Nombre de Jesús a la enfermedad (y al espíritu oculto detrás de ella) que deje esa persona y da gloria a Dios por su amor inalterable. Porque él es Paz y Vida... para todos, en todo lugar, en todo tiempo, por lo tanto no puede ir contra su propia naturaleza; las enfermedades NO VIENEN DE DIOS.
Te invito a creerlo y experimentarlo. Viviás la libertad a la que Él nos ha llamado.